Jesús recibió el sacerdocio de parte de Dios Padre, quien lo consagró como sumo sacerdote para toda la humanidad. En el libro de Hebreos de la Biblia, se menciona que Jesús fue designado por Dios como sumo sacerdote según el orden de Melquisedec, un misterioso personaje del Antiguo Testamento. A diferencia de los sacerdotes levitas que ofrecían sacrificios de animales, Jesús ofreció su propia vida como sacrificio por el perdón de los pecados de todos. Su sacerdocio es único y eterno, ya que nunca más se necesitará otro sacrificio para la expiación de los pecados.
Además de recibir el sacerdocio de Dios Padre, Jesús también fue ungido por el Espíritu Santo durante su bautismo en el río Jordán. En ese momento, el cielo se abrió y se escuchó una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco». Esta unción con el Espíritu Santo fue un acto divino que confirmó y fortaleció la misión de Jesús como el Salvador y sumo sacerdote. A través de su sacerdocio, Jesús intercede por nosotros ante Dios, nos brinda perdón y reconciliación con el Padre, y nos muestra el camino hacia la vida eterna.
¿Quién y cuando se instituyo el Orden Sacerdotal?
El Orden Sacerdotal es una institución religiosa que se remonta a tiempos ancestrales y su origen se encuentra en la figura de Jesús de Nazaret. Según la tradición cristiana, Jesús fue investido con el sacerdocio por Dios mismo, quien le otorgó el poder y la autoridad para actuar como intermediario entre Dios y los seres humanos.
El momento exacto en el que se instituyó el Orden Sacerdotal es un tema debatido entre los estudiosos y teólogos, pero se cree que ocurrió durante la Última Cena, que tuvo lugar en Jerusalén en el año 30 d.C. Durante esa cena, Jesús compartió el pan y el vino con sus discípulos, y les dijo que hicieran esto en su memoria. Además, lavó los pies de sus seguidores como un gesto de humildad y servicio, señalando así el papel del sacerdote como servidor y guía espiritual.
Después de la resurrección de Jesús, en su encuentro con los discípulos en el monte de los Olivos, les confirió el poder de perdonar los pecados, diciéndoles: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retengáis, les serán retenidos» (Juan 20:22-23). Esta transmisión del poder de perdonar los pecados es considerada como una de las primeras manifestaciones del sacerdocio cristiano.
A lo largo de los primeros siglos del cristianismo, el Orden Sacerdotal se fue consolidando como una institución fundamental en la iglesia. Los apóstoles y sus sucesores, los obispos, fueron los encargados de transmitir y preservar el sacerdocio, ordenando a otros hombres como sacerdotes mediante la imposición de manos y la oración. Estos sacerdotes tenían la responsabilidad de administrar los sacramentos, predicar la Palabra de Dios y guiar espiritualmente a los fieles.
¿Cuando instituyo Jesucristo el sacerdocio y de qué modo lo hizo?
El sacerdocio instituido por Jesucristo es un tema de gran relevancia dentro de la doctrina cristiana. Según los Evangelios, Jesús recibió el sacerdocio de parte de Dios mismo. Aunque no se menciona explícitamente en los textos bíblicos el momento exacto en el que Jesús fue investido con el sacerdocio, podemos inferir que esto ocurrió durante su bautismo en el río Jordán.
En el Evangelio de Mateo, se relata cómo Jesús se acerca a Juan el Bautista para ser bautizado. Cuando Juan lo sumerge en el agua, el Espíritu Santo desciende sobre él en forma de paloma y se escucha la voz de Dios que dice: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia» (Mateo 3:17). Este acontecimiento es considerado como un momento de revelación divina en el que Jesús es ungido y confirmado como el Mesías prometido.
A partir de ese momento, Jesús comienza su ministerio público, enseñando a las multitudes, realizando milagros y proclamando el Reino de Dios. Durante su enseñanza, Jesús se presenta a sí mismo como el Sumo Sacerdote definitivo, aquel que ofrece el sacrificio perfecto para la redención de la humanidad.
Jesús es descrito como el mediador entre Dios y los hombres, el único camino para llegar al Padre. En la Última Cena, antes de su crucifixión, Jesús instituye la Eucaristía, en la que se entrega a sí mismo en cuerpo y sangre como sacrificio expiatorio por el perdón de los pecados. En este acto, Jesús se presenta como el nuevo y eterno Sumo Sacerdote, quien ofrece un sacrificio perfecto y completo.
Además, Jesús también instituyó el sacerdocio ministerial entre sus discípulos. Durante su ministerio terrenal, Jesús eligió a doce apóstoles a quienes dio autoridad para predicar, enseñar y administrar los sacramentos en su nombre. En el Evangelio de Mateo, Jesús les dice a sus apóstoles: «Yo les daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que aten en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en los cielos» (Mateo 16:19).
Esta investidura de poder es considerada como la institución del sacerdocio ministerial en la Iglesia. Jesús dio a sus apóstoles la autoridad y la responsabilidad de continuar su obra, predicando el Evangelio y administrando los sacramentos. A lo largo de la historia, esta autoridad ha sido transmitida de generación en generación a través de la ordenación de nuevos sacerdotes.
¿Donde dice la Biblia que Jesús es el sumo sacerdote?
En la Biblia, se menciona que Jesús es el sumo sacerdote en varias ocasiones, principalmente en el libro de Hebreos. El autor de este libro presenta a Jesús como el sumo sacerdote supremo, superior a todos los sacerdotes anteriores, incluyendo a los de la antigua ley del Antiguo Testamento.
En Hebreos 4:14, se menciona que Jesús es el «gran sumo sacerdote que trascendió los cielos», lo cual indica su posición elevada y única en el sacerdocio. Además, en Hebreos 6:20, se afirma que Jesús se convirtió en sumo sacerdote «según el orden de Melquisedec», haciendo referencia a un antiguo sacerdote y rey mencionado en el Antiguo Testamento.
El autor de Hebreos explica en detalle cómo Jesús cumplió y superó el sistema sacerdotal anterior. En el Antiguo Testamento, el sumo sacerdote era un mediador entre Dios y el pueblo, ofreciendo sacrificios por los pecados del pueblo. Sin embargo, Jesús se ofrece a sí mismo como el sacrificio perfecto y eterno por los pecados de toda la humanidad (Hebreos 7:27).
Además, Jesús no solo es el sumo sacerdote, sino que también es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5). No hay necesidad de otro sacerdote humano, ya que Jesús mismo cumple ese rol de manera completa y suficiente.
En cuanto a quién le dio el sacerdocio a Jesús, la Biblia enseña que fue Dios mismo quien lo designó como sumo sacerdote. En Hebreos 5:5-6, se menciona que Cristo no se glorificó a sí mismo para ser sumo sacerdote, sino que fue Dios quien lo llamó y le dijo: «Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy». Esta cita se refiere al Salmo 2:7, donde se profetiza acerca del Mesías y su designación como rey y sacerdote.
En conclusión, el sacerdocio de Jesús no le fue dado por ningún hombre o autoridad terrenal. A diferencia de los sacerdotes del Antiguo Testamento que recibían su investidura de manos de otros sacerdotes, Jesús fue ungido y consagrado directamente por Dios Padre. Su sacerdocio es único y superior, ya que no está basado en genealogías ni en tradiciones humanas, sino en la voluntad divina.
Jesús es descrito en la Biblia como el Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec, un personaje misterioso mencionado en el Antiguo Testamento. Este orden sacerdotal se destaca por su eternidad, ya que no tiene principio ni fin, y por su perfección, ya que no está sujeto a las limitaciones terrenales.
El libro de Hebreos explica en detalle cómo Jesús cumplió perfectamente su rol como Sumo Sacerdote, ofreciendo un sacrificio único y suficiente por los pecados de la humanidad. Su sacrificio en la cruz fue la culminación de su sacerdocio, donde se ofreció a sí mismo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Así, el sacerdocio de Jesús no depende de ninguna institución religiosa o humano, sino de su propia naturaleza divina. Él es el único mediador entre Dios y los hombres, y su sacerdocio es eterno e inmutable. A través de su sacrificio, Jesús abrió un nuevo camino hacia la reconciliación con Dios, permitiéndonos tener acceso directo al Padre sin la necesidad de intermediarios humanos.
En resumen, el sacerdocio de Jesús no fue otorgado por ningún hombre, sino que proviene directamente de Dios. Su sacerdocio es único y superior, basado en el orden de Melquisedec, y se caracteriza por su eternidad y perfección. Jesús cumplió perfectamente su rol como Sumo Sacerdote al ofrecerse a sí mismo como sacrificio por los pecados de la humanidad, abriendo así un nuevo camino hacia la reconciliación con Dios.
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